EN ROMA CON SHELLEY (2)

Percy Bysshe Shelley

Roma, 23 de marzo de 1819

A Thomas Love Peacock

QUERIDO PEACOCK:

Te escribí el día antes de nuestra partida de Nápoles. Hicimos un viaje lento, a caballo, hasta Roma, descansando un día en Mola di Gaeta, en una posada llamada Villa di Cicerone, que se llama así porque está construida sobre las ruinas de la villa del mismo nombre.

Sus cimientos se asoman al mar y también están diseminados por los naranjales. La vista desde las terrazas de la posada no puede ser más encantadora. A un lado, montañas escarpadas con sus laderas cubiertas de olivos y naranjos, cuyas hojas forman un cielo esmeralda salpicado de innúmeras esferas de sus frutos maduros, que resplandecen en contraste con el profundo verdor del follaje; al otro lado, el mar, que por una parte baña la antigua ciudad de Gaeta y por la otra lo que parece ser una isla, el promontorio de Circe.

Desde Gaeta a Terracina, el paisaje es sublime.

En Terracina, unos abruptos riscos con forma de conos apuntan al cielo y se ciernen sobre el mar.

En Albano volvimos a divisar Roma. Una sucesión de interminables arcadas cubría una tierra salvaje y deshabitada, con la nítida silueta azulada de las montañas entre ellas; masas de ruinas anónimas se alzaban como rocas en la llanura ondulante y desigual que anunciaba la proximidad de ROMA.

Edward Lear

            ¿Qué voy a contarte de Roma?

Si te hablo de ruinas sin vida, de toscas piedras apiladas unas sobre otras, sepulcros de la gloria de aquellos que antaño las ornaron de una belleza que se ha desvanecido, ¿me considerarías insensible a las creaciones vivas y palpitantes de un genio que aún subsiste en su perfección?  

Me preguntarás qué ha sido del Apolo, del Gladiador, de la Venus capitolina, del Apolo Belvedere, del Laoconte, de Rafael y de Guido. Estas cosas se describen mejor cuando la mente se ha embriagado del espíritu de sus formas. Yo, que voy a dedicar a su contemplación nada más que unos pocos meses, apenas puedo aspirar a conocer o a sentir su profunda belleza.

Giorgio Sommer, Colección Farnese (Nápoles)

Creo que ya te hablé del Coliseo y de la impresión que me causó en mi primera visita a esta ciudad. Después de él, los restos más importantes en lo que a ruinas se refiere son las

TERMAS DE CARACALLA

Constan de seis enormes cámaras de más de 60 metros de altura; cada una de ellas encierra un vasto espacio similar a un campo. Además, hay varias torres y recovecos laberínticos, escondidos y cubiertos de maleza y hiedra.

Nunca se han visto unas ruinas más sublimes y hermosas.

El muro totalmente vertical forma como un barranco escarpado lleno de arbustos en flor, cuyas gruesas raíces retorcidas se meten por las grietas de las piedras.

A cada paso, airosos pináculos derruidos se alzan por encima de los imponentes muros aún en pie, produciendo el efecto de montañas que a lo lejos van cambiando de aspecto cuando caminas a toda velocidad por el llano.

Los muros se parecen muchísimo al acantilado del bosque de Bisham, cubierto de árboles, aunque pedregoso y escarpado. Sabes a cuál me refiero: no a la mina de yeso, sino a aquel sitio que tiene en su base un bonito bosquecillo de abetos y aligustres, donde H. y yo trepamos, y tú te volviste a casa, para mi disgusto.

Bisham (Reino Unido)

Esos muros abrazan espacios verdes y llanos como praderas, donde crecen algunos olmos. Por los extremos, restos de ruinas se entremezclan con las anchas hojas de las plantas trepadoras.

Un cielo azul lo cubre todo, un techo de eternidad para esas enormes estancias.

            Pero aún me falta hablar sobre el efecto más interesante. En uno de los contrafuertes que sostiene un inmenso y elevado arco, que «tiende un puente sobre los mismísimos vientos del cielo», se hallan los restos de una antigua escalera de caracol; muchos de sus tramos están abiertos al vacío. Subiendo por ella se llega a la cima de esta estructura. Allí crecen por todas partes espesos y enmarañados matorrales de mirtos, laurel, durillos en flor, con sus flores blancas recién abiertas, higueras silvestres y miles de plantas anónimas sembradas por los vientos errantes. Estos bosquecillos los atraviesan senderos que van en todas las direcciones, como si fuesen las sendas que dejan las ovejas entre la maleza de las montañas escarpadas y que serpentean hacia cada rincón de este inmenso laberinto.

Achillea millefollium (Foto Javier Rodríguez)

            En el centro se alzan esos pináculos y estructuras semejantes a montañas que se veían desde abajo. En cierto punto, giras por una franja estrecha cubierta de maleza; a un lado, la inmensidad de la tierra y el cielo, y al otro, una estrecha brecha, rodeada por un arco enorme, flaqueado por follaje y flores de colores, que sostiene una pirámide alta e irregular, cubierta igualmente por la omnipresente vegetación. A su alrededor se alzan otros peñascos y otros picos, todos alineados, informes, cuyo aspecto desolador queda suavizado por el manto imperecedero de la naturaleza.

            Ven a Roma. Es un escenario imposible de describir, las palabras no llegan.

            Más adelante, subiendo por una parte de las pirámides derruidas, recorriendo un sendero con maleza en flor, llegas a un pequeño claro cubierto de musgo y rodeado de arbustos silvestres; está cubierto de anémonas, flores de las que crecen en los muros y violetas, cuyos tallos atraviesan el musgo brillante, junto a radiantes flores azules cuyos nombres desconozco y que esparcen en el aire el aroma más sublime, que, cuando te tumbas a la sombra de las ruinas, provoca una sensación de voluptuosa languidez, como los acordes de una dulce melodía.

            Más senderos que serpentean, atravesando intrincados recovecos, más laberintos, más claros, y hondos valles arbolados, riscos elevados y terroríficas brechas. Si te digo que estas ruinas cubren varias hectáreas y que los caminos suponen menos de la mitad de su extensión, tu imaginación completará todo lo que soy incapaz de expresar sobre este asombroso lugar.  

Traducción: Maite Jiménez (julio 2025)

CONTINUARÁ….

Avatar de Desconocido

About Maite Jiménez Pérez

Profesora de Latín y Griego. Traductora.
Esta entrada fue publicada en CUADERNO DE VIAJE, LIBRI, REFERENCIAS CLÁSICAS, ROMA y etiquetada , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

1 Response to EN ROMA CON SHELLEY (2)

  1. Pingback: EN ROMA CON SHELLEY (y 3) | Grand Tour

Deja un comentario