SHELLEY EN EL COLISEO

Rolf Duerig (pintor suizo) posa junto a un busto romano para Herbert List (Roma, 1949)

EL COLISEO

Percy B. Shelley (1817)

Al mediodía del día de Pascua, un anciano y una muchacha que parecía su hija entraron en el Coliseo de Roma. Cruzaron inmediatamente la Arena, buscaron una brecha entre los arcos de la parte meridional de las ruinas, eligieron una columna caída para sentarse, entrelazaron sus manos y contemplaron en silencio la escena, complacidos.

Pero los ojos de la muchacha estaban fijos en los labios de su padre y en su semblante, sublime y dulce a la vez, aunque impasible, como si una imagen del más grande de los poetas esculpida por Praxíteles inundara de sonrisas el aire silente, que no eran el reflejo de lo que los rodeaba.

Era el día de la gran fiesta de la Resurrección y todos los habitantes de Roma, además de los extranjeros de todo el mundo que acudían en masa para asistir a la ceremonia, se congregaban en el Vaticano. La religión más poderosa del mundo salió revestida de gloria mortal y la humanidad se había reunido para admirar y adorar las creaciones de su propio poder.

Pio XII en la bendición Urbi et Orbi de la Pascua de Resurrección.

No quedaba ni un alma en las calles ni los senderos de hierba que conducían hasta el Coliseo. Nada más llegar a Roma, el padre y la hija buscaron este lugar.

Via Appia Antica

Por delante de ellos cruzó un personaje que solo se veía en Roma por las  noches, en las calles desiertas, entre las ruinas de los templos del Foro o deslizándose por las galerías pobladas de maleza del Coliseo.

James Mason como Marco Junio Bruto, asesino de César, en Julio César (Joseph L. Mankiewicz, 1953)

A pesar de su aspecto demacrado, se entreveían en él rasgos de una elegancia exquisita.

Iba vestido con una antigua clámide que le tapaba media cara.

Sus níveos pies calzaban sandalias de marfil, delicadamente esculpidas, que representaban dos figuras femeninas, cuyas alas se desplegaban en la parte del talón y cuyos labios sensuales y entreabiertos parecían querer cerrarse.

Difícil olvidar su rostro, una vez visto.  La boca y la forma del mentón tenían la voluptuosidad y la apasionada ternura de las estatuas de Antínoo.

Antínoo de Delfos (Museo Arqueológico) Foto Maite 2023

Pero en vez del afeminado mohín de disgusto de sus ojos y la delicada frente estrecha, él revelaba la expresión brillante de una mente profunda y perspicaz.  Su frente, amplia y despejada, y sus ojos, profundos como dos fuentes de agua cristalina que reflejan los cielos que abarcan todo lo imaginable. Su rostro presentaba una tímida expresión entre dulzura femenina y perplejidad, que contrastaba con su semblante abstraído e intrépido que predominaba en su aspecto y en sus gestos.

Marco Junio Bruto (Museos Capitolinos, Roma)

El personaje evitaba a toda costa comunicarse con los italianos, cuya lengua al parecer apenas entendía, pero a veces se le veía conversar con algún extranjero instruido, cuyos gestos y aspecto debían de despertar su interés en medio de aquellos lugares nobles.  

Toni Servillo en La Grande Bellezza (Paolo Sorrentino, 2013)

Hablaba latín y sobre todo griego con fluidez, con un acento peculiar aunque agradable.

Parecía que tenía alguna noción de las lenguas del norte de Europa. Su aspecto no revelaba ni la más mínima pista sobre su país, origen u oficio. Su vestimenta era rara, aunque espléndida y suntuosa. Siempre estaba solo.

Museos Capitolinos

Los intelectuales de Roma lo consideraban una curiosidad, pero en su manera de comportarse, distante y silenciosa, había algo incomprensible pero impresionante que le salvaba de las intromisiones. Los campesinos, que en contadas ocasiones se cruzaban con él cuando regresaban a la luz de las estrellas desde sus puestos del Campo Vaccino, lo llamaban Il Diavolo di Bruto, con esa extraña mezcla italiana típica de religión e historia.

James Mason como Marco Junio Bruto en Julio César (Joseph L. Mankiewicz, 1953)

Este fue el personaje que interrumpió la contemplación en la que estaban sumidos nuestros dos extranjeros, dirigiéndose a ellos en su lengua materna de manera clara y precisa, sin las típicas frases hechas:

―Extranjeros, vosotros sois dos. Mirad quién es el tercero en esta gran ciudad, el único que prefiere la contemplación de estas imponentes ruinas a la ridícula superstición que las ha destruido.

―No veo nada, soy ciego― dijo el anciano.

Hombre ciego (P.P. Rubens)

―¿Qué haces aquí, entonces?

―Oír el dulce canto de los pájaros y el sonido de la respiración de mi hija, que me reconforta como el suave murmullo del agua. También siento en mi piel esta cálida brisa y me resulta muy agradable.

―¡Maldito viejo! ¿No sabes que estas son las ruinas del Coliseo?

―¡Por Dios, extranjero! –dijo la muchacha con una voz que sonaba como música triste― ¡No diga eso! Es ciego.

De repente, los ojos de aquel desconocido se llenaron de lágrimas y sus rasgos adustos se relajaron.

James Mason

―¡Ciego! –exclamó más tono de pena que de disculpa.

Entonces, se sentó aparte, en un tramo de una escalera destrozada y cubierta de musgo que serpenteaba entre aquel laberinto de ruinas.

―Mi querida Helen ―dijo el anciano―, no me habías dicho que esto era el Coliseo.

―¿Cómo iba a decírtelo, amado padre, si no lo sabía? Estaba a punto de preguntar el camino que llevaba a este edificio, cuando entramos en este montón de ruinas y hasta que este extraño se acercó a nosotros me quedé en silencio, subyugada por la grandeza de lo que veía.

―Nenita, normalmente me describes las cosas que te gustan. Las embelleces con el delicado brillo de tus palabras y mientras hablas lo único que siento es la debilidad que me ata a esta dependencia tan querida, como una bendición. ¿Por qué has guardado silencio ahora?

―No lo sé. Al principio, por la maravilla y el placer de esta visión; luego, por las palabras de ese desconocido, y después por pensar en lo que dijo y la manera en que él contemplaba todo esto; y ahora, querido padre, por tus palabras.

―Bueno, pero ahora dime lo que ves.

―Veo una enorme serie de arcos construidos sobre otros arcos y alrededor piedras destrozadas por el suelo, que en su día pertenecieron a un sólido muro. En las grietas y en los techos abovedados crece una multitud de arbustos, olivos silvestres y mirto, en los que se enroscan zarzas, y se enredan malas hierbas y plantas que nunca había visto antes. Las piedras son gigantescas y sobresalen unas por encima de las otras. El muro tiene grietas tremendas y anchos vanos por los que se ve el cielo azul. Debe de haber más de mil arcos, algunos en ruinas, otros enteros, todos altísimos y muy anchos. Algunos están derruidos y acumulados en grandes montones, cubiertos de maleza. Alrededor, enormes columnas caídas, destruidas e informes, fragmentos de capiteles y cornisas, tallados con delicadas esculturas.

―¿A cielo abierto? –preguntó el anciano.

―Sí. Por encima se ve el líquido abismo del cielo a través de las grietas y los vanos; y las flores, los arbustos, la hierba y el musgo se nutren de la lluvia que entra libre. El cielo está azul, un cielo azul amplio y brillante, que se cuela por las enormes grietas a través de las ramas desnudas de las higueras de raíces marmóreas, a través de las hojas y las flores de los arbustos, e incluso a través de las arcadas que descansan debajo de ellas. Veo y siento sus rayos claros y penetrantes inundando el universo, impregnando el viento que inspira gozo de vida y de luz, velándolo todo con su resplandor, incluso a mí. Sí, y a través de la grieta más alta la luna menguante parece colgar en este mediodía, como suspendida en el firmamento, que muestra toda la claridad de la atmósfera que tanto me alegra que usted sienta.

―¿Qué más ves?

―Nada más

―¿Nada más?

―Solo el suelo alfombrado de un musgo brillante, salpicado por matas de trébol cubiertas de rocío, que se mete por los intersticios de los arcos destrozados y rodea los pináculos derrumbados, desperdigados por todas partes.

―¿Igual que los solitarios valles de muelle hierba que serpentean entre los pinares y acantilados de los Alpes de Saboya?

―La verdad, padre, es que su vista es más aguda que la mía.

―Y las arcadas destrozadas, la masa de restos abruptos de las ruinas, cubiertas de jóvenes bosques, más parecidas a una falla entre montañas abierta por un terremoto que a los vestigios de maestría del hombre, ¿Qué son?

―Algo impresionante y maravilloso.

―¿No serán cuevas como las que podría elegir un elefante salvaje en las selvas de la India para esconder a sus crías?

―Padre, sus palabras evocan lo que yo habría querido expresar, pero por desgracia no he sido capaz.

―Oigo el susurro de las hojas de los árboles y el sonido del agua, pero no de lluvia, como el suave goteo de una fuente entre los árboles.

―Caen por entre los montones de ruinas que hay sobre nuestras cabezas. Supongo que es el agua de lluvia acumulada en las grietas.

―Una criatura nacida del arte humano, descuidada y transformada por la Naturaleza como por encanto en un remedo de sus propias creaciones y ¡destinada a compartir su inmortalidad!; convertida en una montaña hendida, con valles boscosos, que descollan en sus intrincados claros y con precipicios que amenazan ruina. Hasta las nubes, atrapadas en sus cumbres escarpadas, alimentan sus fuentes eternas con su lluvia. Junto a la columna donde estoy sentado, juraría que en el pasado hubo un templo o un teatro y que en los días sagrados la multitud subía por su sendero escarpado para asistir a un espectáculo o un sacrificio. ¡Seguro que era así! Helen, ¿Qué es ese aleteo?

―Son las palomas torcaces que regresan junto a sus polluelos. ¿No las oyes arrullar en sus nidos?

―¡Ay! Es la expresión de su felicidad. Son tan felices como nosotros, hija, pero de otra manera. No conocen las sensaciones que estas ruinas despiertan en nosotros. Sin embargo, para ellas es un placer habitarlas; y la sucesión de sus formas, cuando ellas pasan, está conectada en sus mentes con asociaciones de ideas, que son sagradas, igual que para nosotros. La naturaleza íntima de todos los seres está rodeada de un halo, que sus semejantes no pueden traspasar. Este rechazo constituye una desgracia para su vida. Pero, de la misma manera que hay un halo que nos aísla, hay otro que encierra todo lo que sentimos. En lo que respecta al ser humano, su felicidad pública y privada consiste en reducir la circunferencia del círculo que encierra a los que se parecen a él, hasta que llegan a ser uno con él y él con ellos. Esto es debido a que entramos en reflexiones, propósitos y destinos de algo más allá de nosotros mismos, y la contemplación de las ruinas del poder humano despierta una sensación sublime de solemnidad y belleza. Por esta razón el océano, el glaciar, la catarata, la tempestad o el volcán tienen cada uno un espíritu que vivifica los miembros de nuestro cuerpo con un cosquilleo de alegría. Por eso el canto de los pájaros, el movimiento de las hojas, la sensación del aroma de la tierra bajo nuestros pies y la frescura del viento vivo que nos envuelve es tan dulce. Y eso es Amor. Esta es la religión de la eternidad, cuyos fieles han sido desterrados de la humanidad en general.

Caspar David Friedrich, Caminante sobre un mar de nubes (Kunsthalle Hamburgo)

¡Oh, Poder! ―gritó el anciano, levantando sus ojos ciegos al sol que no lucía para él― ¡Tú que penetras en todas las cosas y sin ti este glorioso mundo sería un caos ciego e informe, Amor, Creador del Bien, Dios, Rey, Padre! ¡Amigo de estos adoradores! Estos dos corazones solitarios te invocan. ¡Que no se separen jamás! Si las contiendas de la humanidad fueron su perdición; si conceder y perseguir la felicidad que tú eres ha sido su elección y su destino; si, al contemplar estas majestuosas muestras del poder de su especie, ven la sombra y la profecía de lo que tú pudiste decretar que tendría lugar; si buscaron la justicia, la libertad, la belleza y la verdad, que son tus huellas, ¡no los separes! Lo tuyo es unir, hacer eterno, que sobrevivan a los límites de su tumba quienes dejaron en el mundo de los vivos memoria de ti. Cuando este cuerpo sea polvo inerte, ¡que las esperanzas, los deseos y los placeres que lo vivifican ahora no se extingan nunca en la persona de mi hija; incluso si ella se fuese a la tumba, mis recuerdos serían el monumento escrito de toda su excelencia anónima!

Funeral de Shelley, por Louis Edouard Fournier.

El semblante y los gestos del anciano, que resplandecían con sus inspiradas palabras, se serenaron y paralizaron más de lo habitual al oír los sollozos de su hija, y recordó que había hablado de la muerte.

―Padre mío, ¿Cómo podré sobrevivirte? ―dijo Helen.

―No hablemos de la muerte ―dijo el anciano cambiando su tono―. En realidad, Heráclito murió a mi edad, y si yo tuviera su carácter amargo, sería un peligro. Pero Demócrito vivió hasta los ciento veinte años, gracias a la fuerza de voluntad de su mente alegre e irreductible. Al final, simplemente murió porque no tenía un espíritu amable y querido que le atendiera, como mi Helen, que habría sido su alegría de vivir. ¿Recuerdas cómo su alegre y anciana hermana le pidió que pospusiese su ayuno hasta que ella regresara del festival de Ceres, alegando que arruinaría su día de fiesta si se negaba a cumplir con lo que le pedía, ya que estaba prohibido participar en la procesión justo después de la muerte de un familiar, y cómo el sabio accedió de buena gana a su ruego?

Giuseppe Torretti

El anciano no podía ver la sonrisa agradecida de su hija, pero sí comprendió el gesto de su mano apretando la suya.

―La verdad ― continuó― es que el misterio de la muerte es un cambio que ni para nosotros ni para el resto de las personas supone objetivamente esperanza o temor. No sabemos si es bueno o malo, solo sabemos que existe. Viejos y jóvenes mueren por igual; ningún momento, lugar, edad, ninguna precaución nos exime de la muerte y del riesgo de la muerte. No sabemos si la muerte es una sensación o una precaución que permita que esas sensaciones sean dichosas, si la sucesión de acontecimientos producirá ese efecto. No pienses en la muerte, o piensa en ella como algo común a todos nosotros. Lo que pasa ―dijo con voz profunda y apenada― es que hay hombres que han enterrado a sus hijos.

Estela funeraria de Quartulus, el niño minero (MAN Madrid)

―¡Ay, amado padre! ¡Qué pena me das! No hablemos más de ello.

Se levantaron para salir del Coliseo, pero el personaje que los había abordado al principio les cerró el paso:

―Señora ―dijo―, si el dolor es la expiación del error, me han apenado profundamente las palabras que le dije a su acompañante. Los hombres que antiguamente habitaban este lugar y aquellos de los que aprendieron sus conocimientos, respetaban la enfermedad y la vejez. Si por imprudencia he ofendido a esta venerable persona, majestuosa a la vez que desvalida, le pido que me perdone.  

―Me duele ver cuánto le aflige su error ―. Si usted puede olvidarlo, no dude de que nosotros lo perdonaremos.

―Habrá pensado que soy uno de esos ciegos de espíritu ―dijo el anciano―, que merecen (si un ser humano puede merecerlo) desprecio y culpa. Sin duda, al contemplar este monumento a mi manera, aunque sea a través del espejo de la mente de mi hija, me lleno de asombro y deleite. Es como si el espíritu de las generaciones pasadas vivificase mis miembros y circulase por todas las fibras de mi ser. Extranjero, si tú has sentido lo mismo, permítenos conocernos más.

El día 24 de marzo de 2008, Fernando Rodríguez Jiménez (IG @mr.rockyfer) cumplió 7 años en el Museo Massimo alle Terme de Roma.

―El sonido de tu voz y la armonía de tus pensamientos son un deleite para mí ―dijo el joven― y es un placer ver a una persona que muestre tanta belleza y bondad como tu hija. Si, a pesar de mi rudeza, permites que te conozca, y olvidas mis estúpidas palabras, mi error ya está expiado. He vivido una vida solitaria y rara vez me encuentro con extranjeros con los que sea agradable charlar. Además, sus reflexiones, aunque son aprendidas, no siempre coinciden con las mías; y aunque sea capaz de perdonar esa diferencia, ellos no lo hacen. Nunca he explicado la razón de la ropa que visto, y la diferencia que percibo entre mi lengua y mis modales y los de la gente con la que me encuentro. No es que me duela vivir con una falta de comunión con seres inteligentes y afectuosos. Tú eres uno de ellos, lo presiento.

FIN

Herbert List (Roma, 1949)

Publicado en CUADERNO DE VIAJE, LIBRI, REFERENCIAS CLÁSICAS, ROMA | Etiquetado , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Deja un comentario

LA CHIRIPA DE ARQUÍMEDES

Charlton Heston.
Ceilán (Mapa de 1686)

Sabede que nesta illa atópanse os rubís máis finos e de mellor calidade do mundo; hai tamén zafiros, topacios, ametistas e outras excelentes pedras preciosas. Ademais, o rei desta illa ten o máis fermoso rubí que xamais se viu no mundo. Direivos como é. Case ten un palmo de longo e é groso coma o brazo dun home. É a cousa máis resplandecente do mundo, sen unha soa tacha, vermello coma o lume e de tanto valor que non se podería comprar. O gran khan mandou por el, ofrecendo aproximadamente o valor dunha cidade. O rei dixo que non llo vendería por nada do mundo, porque era dos seus devanceiros.

Marco Polo, O libro das marabillas.

Da illa de Ceilán (cap. 169)

Trad. Maite Jiménez. Aira editorial 2023

CEILÁN o SRI LANKA es:

LA ISLA DE LOS MIL NOMBRES

Y todos son muy poéticos…

Su tierra es de color del cobre rojizo, que en sánscrito se dice tambavanna.

Por eso los griegos de la época de Alejandro Magno la llamaron

TAPROBANE

A ella se refiere Plinio, que como hombre occidental sabe que en Oriente siempre están los paraísos:

Taprobanen alterum orbem terrarum esse diu existimatum est Antichthonum appellatione.

Durante mucho tiempo se creyó que Taprobane era otro mundo, llamado «Las Antípodas«.

(Plinio, NH, VI, 8)

El príncipe Vijaya, llamado «El león», fue el fundador de la ISLA DE CEILÁN.

Los cingaleses se llaman a sí mismos con orgullo «La raza del león».

Ya sabemos de dónde viene el nombre de CEILÁN:

sánscrito: सिंह siṃha, «león».

Iyengar en Simhasana, la postura del león.

सिंहलद्वीप SHIMHALADVIPA: «La isla de los leones».

Por eso los árabes la llamaban:

SERENDIB

Sinbad el Marino visitó Serendib al final del sexto viaje, tras un nautragio:

Así supe que la isla de Serendib tenía ochenta parasangas de longitud y ochenta de anchura; que poseía una montaña que era la más alta del mundo, en cuya cima había vivido nuestro padre Adán cierto tiempo; que encerraba muchas perlas y piedras preciosas, menos bellas, en realidad, que las de mis fardos, y muchos cocoteros.

(Las mil y una noches. Sexto viaje, Noches 290 a 326)

Edmund Dulac, Ilustración para Sinbad el Marino.

El poeta persa Amir Kushrau escribió el libro de cuentos y poemas Hasht-Bihisht (Ocho paraísos) en 1302, donde incluyó la historia

LOS TRES PRÍNCIPES DE SERENDIB

En 1557, el impresor veneciano Michele Tramezzino recopiló para los europeos el cuento: «Peregrinaggio di tre giovani figliuoli del re di Serendippo». Más tarde, en 1754 el británico Horace Walpole dio a conocer el cuento que llamó «Los tres príncipes de Serendip».

Por fin hemos llegado a buen puerto, a la palabra inglesa

SERENDIPITY

«Hallazgo feliz e inesperado»

Verdaderamente, cuando los ingleses descubrieron Ceilán, es casi seguro que quedaron atónitos por las riquezas, los hallazgos arqueológicos y el esplendor de la isla.

De ahí que SERENDIPITY pasara a significar

«ALCANZAR LA FELICIDAD A TRAVÉS DE DESCUBRIMIENTOS INESPERADOS»

O sea…

CHIRIPA

Lo de Alexander Fleming y la penicilina fue SERENDIPIA o CHIRIPA.

También los rayos X, la Viagra, las patatas chips, la Coca-Cola, el velcro, la aspirina, el descubrimiento de América….

Nosotros lo decimos en griego:

Εὕρηκα

«LO ENCONTRÉ»

Porque la chiripa más chiripa de todos los tiempos la tuvo

ARQUÍMEDES DE SIRACUSA

Arquímedes era un súpercientífico: dominaba la física, la astronomía, las matemáticas, la filosofía…

Muchos escritores hablaron sobre él, pero fue el romano Vitruvio quien cuenta la

SERENDIPIA de ARQUÍMEDES:

Posteaquam indicium est factum dempto auro tantundem argenti in id coronarium opus admixtum esse, indignatus Hiero se contemptum esse neque inveniens, qua ratione id furtum reprehenderet, rogavit Archimeden, uti in se sumeret sibi de eo cogitationem. tunc is, cum haberet eius rei curam, casu venit in balineum, ibique cum in solium descenderet, animadvertit, quantum corporis sui in eo insideret, tantum aquae extra solium effluere. idque cum eius rei rationem explicationis ostendisset, non est moratus, sed exsiluit gaudio motus de solio et nudus vadens domum universis significabat clara voce invenisse, quod quaereret; nam currens identidem graece clamabat εὕρηκα εὕρηκα.

Vitruvio, De Architectura, libro 9, 10.

Charlton Heston en Number One (Tom Gries 1969)

Después de que se encontraron indicios de que se había quitado oro de la corona y añadido el mismo peso de plata, Hierón, indignado al descubrir que lo habían engañado, aunque no sabía cómo demostrar el robo, le pidió a Arquímedes que pensara en el tema. Este, mientras le daba vueltas al asunto, llegó por casualidad a unos baños públicos. Al meterse en una bañera, observó que cuanto más se hundía su cuerpo, más agua salía de ella. Esto explicaba el caso en cuestión, así que, movido por la alegría, sin perder un minuto salió de un salto de la bañera y desnudo como estaba se fue corriendo a casa, gritando a voz en cuello que había encontrado lo que estaba buscando. Mientras iba corriendo, gritaba repetidamente en griego: «Εὕρηκα, εὕρηκα».

El cónsul Marco Claudio Marcelo luchó en la Segunda Guerra Púnica.

En el 212 a.C. estaba sitiando Siracusa, aliada de Cartago.

Arquímedes había inventado una grúa para hundir las naves romanas que atacaban la ciudad.

Los siracusanos celebraban su resistencia. Era el festival de Artemisa y estuvieron de bacanal tres días con sus noches.

Esta molicie fue aprovechada por los romanos para asestar el golpe mortal a la ciudad.

En este frenesí de alcohol griego y espadas romanas, murió nuestro científico.

Representación de Thanatos (la muerte) en el Templo de Artemisa en Éfeso.

No sabemos si Arquímedes fue el inventor del fascinante MECANISMO DE ANTICITERA, que los sabios suponen que es EL PRIMER ORDENADOR, capaz de predecir eventos astronómicos de muchos tipos, como los eclipses.

Museo Arqueológico Nacional de Atenas

No obstante, nos ha gustado mucho la fantasía que cuenta la película

Indiana Jones y el dial del destino.

En la última entrega de la saga de nuestro arqueólogo de cabecera, Indy encuentra la parte que falta del mecanismo en la tumba de Arquímedes.

Lo más emocionante es que el doctor Jones manifiesta su deseo de quedarse a vivir para siempre en el Mundo Antiguo, con Arquímedes.

Gracias a sus conocimientos de griego clásico, puede hablar con el científico siracusano.

Para que luego digan que el griego antiguo no vale para nada.

He pasado todo el vuelo mirando al infinito pensando… no en mi novio, estaba pensando en un tío misterioso que conocí hace un millón y medio de horas. Un tío del que apenas me acuerdo y solo tengo una imagen borrosa en la cabeza. Fueron unas horas, no llegó a un día, pero fue como si en ese momento el universo solo existiera para que estuviésemos juntos. Por eso he venido, y dejaré que el destino me lleve a donde quiera llevarme. Porque cuando esto se haya acabado ya no tendré que volver a pensar en él. Reza para que sea un fascista calvo que pega los mocos debajo del asiento del coche.

Peter Chelsom, Serendipity (2001)

Publicado en CINE, GRECIA, LIBRI, MEDIEVO, REFERENCIAS CLÁSICAS, ROMA | Etiquetado , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | 2 comentarios

BÉSAME MUCHO

Melville Shavelson A New Kind of Love (1963) Fotograma para el Festival de Cannes.

(Percy B. Shelley, Prometheus Unbound, IV, I)

Fragmento de kylix. ca. 500 a.C. MET NY

Los psicólogos han inventado esta palabra de sabor helénico para el

DESEO INCONTROLABLE DE BESAR:

FILEMANÍA

BESAR es una actividad exclusivamente humana, pero el BESO como expresión de afecto o amor es desconocido por muchas etnias.

En la Historia de la Humanidad parece haber sido un sustituto de gestos como rozarse las narices, olerse o lamerse, que nos recuerdan comportamientos más propios del reino animal.

Entonces, uno de los marcadores más bellos de nuestra evolución como seres humanos ha sido acercar los labios y producir o no un sonido y un efecto físico absolutamente indescriptible que llama al afecto, al deseo y a las emociones más intensas.

Roy Lichtenstein, Kiss V

El beso va ganando sexualidad con el paso de los siglos.

La mamá Cromagnon masticaba la comida para dársela a su bebé recién destetado, estableciendo un contacto íntimo que preparaba al niño para usar la boca para algo más que comer.

Irish McCalla en Sheena Queen of the Jungle (1956-57) besando a su chimpancé, coprotagonista de la serie Foto: Loomis Dean, California 1955.

La ETIMOLOGÍA explica muy bien las PALABRAS del BESO:

Dicen que Pericles besaba a su amante Aspasia todos los días por la mañana.

ἀσπάζομαι en griego significa «recibir con alegría», «abrazar» y «besar».

Ánfora nicosténica, ca. 500 a.C. Museo del Louvre.

Curiosamente este nombre de la hetaira más famosa es un nombre común para cualquier prostituta: Miss Kissy, sería su nombre moderno.

Dicen que este es Agamenón besando a Briseida, pero es más probable que sea un curtido ἐραστής besando a su joven ἐρώμενος:

El beso griego tiene que ver con el amor. Del verbo φιλέω, «amar», en su sentido más amplio, tenemos

φίλημα

Los que se han leído el Kamasutra aseguran que diferencia todos estos tipos de besos:

1. Nimitaka. Besar en los labios suavemente.

2. Sphuritaka. Beso con ligera presión y roce de mejillas.

3. Ghaditaka. La mujer besa a su amante metiendo sus labios en su boca y tapándole los ojos con la mano.

4. Samachumbana. Beso paritario: cara a cara, los ojos se encuentran, los amantes se besan en la boca.

5. Thiryak. Sostener el lado derecho de la cabeza del amante con la mano izquierda, besar en los labios y acariciar con la mano derecha.

6. Uddrandha. Si tu amante va delante de ti, cógele la barbilla, gira su cabeza y estámpale un beso.  

7. Avapeeditha. Beso reglamentario en los labios.

8. Aakrishta. Juntar los labios superior e inferior del amante y besarlo sin tocar los dientes.

En el symposium, el banquete griego, se daban besos de premio en el juego del κότταβος, en medio de aquellas noches plenas de juegos eróticos.

Vaso del pintor Phintias. Vulci, ca. 510 a.C. Staatliche Antikensammlungen 2421(München)

    El poeta Terencio establece un CATÁLOGO DE BESOS en estos versos:

TRIA SUNT: osculum, basium, savium. Oscula officiorum sum, basia pudicorum affectuum, savia libidinum vel amorum.

(Eunuchus 456)

OSCULUM: diminutivo de OS (boca) es un cheek to cheek o un air kissing, común y respetable

BASIUM: un beso entre familiares, con los labios también. Se dice que fue Catulo el que dotó a esta palabra del contenido erótico que le otorgamos hoy:

Son verdaderos BESOS FANÁTICOS.

Pero ¡ojo!, los besos se los pide a Lesbia. Él no se los da nunca.

DA MI BASIA MILLE…

A cambio, tenemos al bueno de Pigmalión que con el beso a Galatea le insufla aliento y vida:

“Le da besos y cree que ella se los devuelve, le habla y la coge”

(Ovidio, Metamorfosis, X, 256)

Anthony Asquith, Pygmalion (1938)

SUAVIUM o SAVIUM es el beso erótico, íntimo y reservado al sexo.

Aquí interviene la saliva y la lengua. Es lo que modernamente se llama French kiss.

George Fitzmaurice, El hijo del caíd, (1926)
con Rodolfo Valentino.

     Hay BESOS VOLADORES, que se entregan al aire, BESOS ESQUIMALES, donde castamente se rozan las narices, BESOS DE MARIPOSA, solo aproximándonos, y hay los

BESOS DE LAS ABUELAS:

    

A pesar de la llamada ENFERMEDAD DEL BESO, la mononucleosis, el beso tiene buena prensa entre los médicos.

DURANTE UN BESO:

El ritmo cardíaco aumenta muchísimo, pasando de unas correctas 60 pulsaciones hasta más de 100.

  Aumentan los anticuerpos, reforzando nuestro sistema inmunológico y creando defensas más eficaces.

     La saliva conductora de los besos tiene sales minerales que fortalecen el esmalte de los dientes.

Los besos mantienen tersa la piel, porque intervienen más de 30 músculos de la cara. Una piel tonificada nos rejuvenece y atrae muchos más besos.

BESAR reduce la ansiedad y mitiga el dolor de cabeza, y también alivia las zozobras del alma.

Los besos son luminosos, creados a partir de aire, son la boca de la piel, de los sentimientos y de los deseos.

Son importantísimos para la educación sentimental y sexual.

No deben darse de modo gratuito.

Alfred Hitchcock, Notorious (1946)

    En el capítulo de las HORMONAS, los beneficios son increíbles.

Liberamos todas estas:

  • HISTAMINA, la que tomamos en modo fármaco para las alergias, aquí se segregan naturales.
  • ADRENALINA, que bombea a tope el corazón y puede reducir los niveles de colesterol.
  • OXITOCINA, una hormona que interviene en el parto, pero que en el beso es la responsable de la SENSACIÓN DE FLOTAR.
  • ENDORFINAS, la hormona de la felicidad, que también se obtiene paseando por el campo, comiendo chocolate y practicando el sexo.
  • TESTOSTERONA, el motor del deseo sexual.
Fred Zinnemann, From Here to Eternity (1953)

Y lo más importante:

NO PUEDES BESAR SOLO

Publicado en CINE, CUADERNO DE VIAJE, GRECIA, HIC ET NUNC, LIBRI, MÚSICA, MITOS, REFERENCIAS CLÁSICAS, ROMA | Etiquetado , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Deja un comentario