QUERIDA SOBRINA:
El HILO ROJO DEL DESTINO nos conecta con las personas, aunque no las hayamos conocido aún. Eso dice la leyenda oriental. Atado a nuestra mano o a nuestro pie desde el nacimiento, un invisible hilo rojo nos une a las personas con las que nos tocaremos, los SERES CONTINGENTES, cuyo encuentro es NECESARIO. Ellos son necesarios.
Ya hablamos largamente en la entrada IN TOUCH de la contingencia, el número phi, la serie de Fibonacci y la divina proporción. Parece que las MATEMÁTICAS intervienen en estas conexiones aparentemente invisibles. Solo a veces pueden verse, o solo algunos las ven.
En ALAS DE MARIPOSA comentamos la película BABEL, donde después de que se hayan producido las conexiones, podremos relacionarlas o no.
Beili Liu, Lure Series
Entrelazados como estamos como en el juego infantil de las cunas, debe de haber alguien que mueva esos hilos, quizá el DESTINO, un niño inconsciente que menea de acá para allá los estambres rojos, probando formas, ensayando conexiones.
Nos quedará siempre la duda de si el DESTINO es INEXORABLE o PODEMOS CAMBIARLO.
No creo que todo esté ya cosido, calcetado y rematado. Dependerá de las formas geométricas que adopte el hilo rojo, y de quién las mueva. Parece cosa de magia.
QUERIDA SOBRINA:
Sobrevuelo en estos momentos la costa de Australia. Aquí es verano. Volamos tan bajo que casi puedo ver los canguros. Volveré a Alemania dentro de diez días. Espero que todos os encontréis bien. Un abrazo, Matías.
Mi tío Matías me enviaba este tipo de postales cuando yo era una niña. Las leía con los ojos y la boca muy abiertos y corría a preguntarle a mi padre dónde estaba Australia, las Seychelles, San Marino, París o Sitges.
Mi padre cogía el atlas viejo que aún tenía todas las colonias de África y el Imperio Austrohúngaro y me señalaba esos lugares tan exóticos para mí.
A veces, enviaba cartas que incluían sellos maravillosos que yo despegaba sumergiéndolos en una palangana con agua, secaba y guardaba en el álbum.
Foto Javier Rodríguez 2013
Cuando nos veíamos en el pueblo en el verano, siempre tenía alguna tecnología punta para mí, por ejemplo una radio de bolsillo de colores, unos auriculares nunca vistos por aquí por aquel entonces, o unos prismáticos rojos que se plegaban asombrosamente y se convertían en una especie de pitillera.
El tío Matías se fue pronto a Alemania, y se convirtió en teutón enseguida. Se presentaba en el pueblo en pantalón corto como un turista auténtico, con su sombrero de paja y sus camisas estrambóticas. En una ocasión un vecino le dijo: “Matías, si me das un duro, te enseño el pueblo” Ya no encajó nunca más.
Trabajó duro y ganó mucho dinero. Se casó con Gertrud, una rubia alemana que se presentó en el pueblo con su falda tubo, su sombrerito y sus guantes blancos de verano para estupor de las rancias vecinas de nuestra calle.
Para Gerturd compró en la fábrica de alabastro unos candelabros. Decía que en las cenas ponían velas porque Gertud fumaba, y en boquilla, como las artistas de cine.
Givenchy, photo by Sante Forlano, Paris, March 1955
Cuando este verano me planté delante de la ALEGORÍA DE LA PAZ de Ambrogio Lorenzetti en el Palacio Cívico de Siena lo comprendí todo.
Yo estaba allí porque alguien había entrelazado el hilo rojo entre Matías y yo. A mi regreso busqué sin descanso el álbum de sellos.
Todo estaba explicado y escrito en los sellos.
Busqué en el desván las cartas de mi tío y por fin comprendí que mi pasión viajera era solo un estambre rojo
Vlotho (Wesser) Renania Westfalia (RFA)
Allí estaba la dirección postal de mi tío Matías, una ciudad en Renania Westfalia. ¡Cuántas veces habré estado yo en ese Land alemán! Fui a ver a Carlomagno a Aquisgrán, a los Reyes Magos en Colonia, a Sigfrido en Xanten, a Beethoven en Bonn y a la sirena Lorelei en el Rin.
Aparecieron los sellos de la República de San Marino. El estambre rojo me llevó a Las Marcas y a San Marino, a Urbino y a ver a Rossini en Pesaro.
El hilo rojo me llevó a Florencia a ver a Paolo Uccello, al Louvre de París y a la National Gallery de Londres para contemplar también la Natividad mística del grandísimo Botticelli y muchas otras cosas……
Foto Javier Rodríguez 2013
Viajo con ipod y auriculares, ebook y Blackberry, la tecnología de nuestro tiempo. Me sorprenden menos que los dispositivos que me regaló mi tío Matías.
Tengo que incluir en mi bolsa de viaje unos prismáticos, ahora que quizá deba ir a Australia para ver los canguros.
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Precioso!
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