APRENDER GRIEGO HACIENDO EL AMOR CON UNA SIRENA
Ann Blyth y William Powell en Mr. Peabody and the Mermaid (1948)
Detesto hablar con gente que cree saber aunque ignore, como mis colegas de la universidad. En el fondo, muy en el fondo, no conocen más que las formas exteriores del griego, sus extravagancias y deformidades. El espíritu vivo de esta lengua, estúpidamente llamada “muerta”, no les ha sido revelado. Por lo demás, nada les ha sido revelado. En fin, ¡pobre gente! ¿Cómo podrían advertir este espíritu si no han tenido nunca ocasión de “sentirlo”?
Giuseppe Tomasi di Lampedusa, Lighea
En un café de Turín, situado en la via Po (probablemente el Caffè Fiorio) el joven Paolo Corbera, redactor de La Stampa, conoce a un paisano siciliano, el viejo helenista retirado Rosario La Ciura.
«Era una especie de Hades poblado de sombras exangües de tenientes coroneles, magistrados o profesores jubilados»
Caffè Fiorio (Turín)
Este es el arranque del bellísimo relato de Giuseppe Tomasi, príncipe de Lampedusa, el novelista de Il Gattopardo.
La narración es un cuento dentro de otro cuento, la magia dentro de la realidad, y es probable que también un testamento escrito con pasión clásica, el de un escritor enfermo a punto de morir.
Lighea, también llamada La Sirena, o El Profesor y la Sirena fue escrita en enero de 1957 y Lampedusa moriría de cáncer de pulmón el verano de ese año.
John William Waterhouse
Hijas del Orco, o de Aqueloo, o quizá de la musa Terpsícore son estas tres sirenas hermanas: Leucosia, la cándida, blanca brillante; Parténope, sirena con rostro de doncella y
Ligea, la melodiosa
La insensibilidad de Odiseo hizo que se lanzaran al mar para morir, separándose sus cuerpos inertes para fundar míticamente ciudades en el Mar Tirreno. Es el caso de Parténope, fundadora de Nápoles.
Herbert James Draper, Ulises y las Sirenas
—Paisano –me dijo–, por la forma con que me has saludado me he dado cuenta de que alguna de estas largas te ha dicho quién soy. Olvídalo y, si no lo has hecho ya, olvida también los aoristos que has estudiado en el bachillerato
En la casa del Profesor La Ciura cuelgan fotografías enviadas con devoción por todos los museos del mundo.
EL CABALLERO DEL LOUVRE
LA DIOSA DE TARENTO que ahora está en Berlín
EL GUERRERO DE DELFOS
LA KORE DE LA ACRÓPOLIS
EL APOLO DE PIOMBINO
LA MUJER LAPITA
APOLO DE OLIMPIA
EL AURIGA DE DELFOS
«Sobre la chimenea, ánforas y cráteras antiguas; Odiseo atado al mástil de la embarcación, las sirenas que se despeñaban desde lo alto de una roca despedazándose en los escollos, en expiación por haber dejado escapar la presa»
El Profesor cuenta a su joven amigo su retiro voluntario en Augusta con 24 años, donde está la colonia griega de Magna Hyblea. Allí se preparó las oposiciones, a punto de enloquecer:
«…no sabes lo que es la preparación a unas oposiciones para una cátedra universitaria de literatura griega. Hay que empollar durante dos años, hasta el límite de la demencia. Por suerte, la lengua la conocía ya bastante bien, tanto como la conozco ahora y no es por decir… Pero lo demás, las variantes alejandrinas y bizantinas de los textos, los fragmentos citados, siempre mal por los autores latinos, las innumerables conexiones de la literatura con la mitología, la historia, la filosofía, las ciencias… Repito, hay como para enloquecer. Estudiaba, pues, como un perro y además daba lecciones a algunos suspendidos del bachillerato para poder pagarme el alojamiento en la ciudad. Puede decirse que me alimentaba únicamente de aceitunas negras y café»
Declamaba en griego en una barca, cuando una muchacha se apoyó en el borde haciéndola balancear.
«Pero ella, con sorprendente vigor, surgió erguida del agua hasta la cintura, me rodeó el cuello con los brazos, me envolvió en un perfume que jamás había conocido y se deslizó en la barca: bajo la ingle, por debajo de los glúteos, su cuerpo era el de un pez, revestido con pequeñísimas escamas nacaradas y azules y terminaba en una cola bifurcada que golpeaba lentamente el fondo de la barca. Era una sirena»
Ann Blyth y William Powell en Mr. Peabody and the Mermaid (1948)
El canto de las sirenas no existe; la música a la que no se puede escapar es solamente la de su voz.
Christian Lacroix, Haute couture (spring-summer 1996)
Hablaba griego y me costaba mucho entenderla.
—Te oía hablar, solo, en una lengua parecida a la mía; me gustas, tómame. Soy Ligea, soy hija de Calíope. No creas en las leyendas inventadas sobre nosotras, no matamos a nadie, sólo amamos.
Ann Blyth y William Powell en Mr. Peabody and the Mermaid (1948)
«Inclinado sobre ella, remaba, fijando mis ojos en los suyos risueños. Llegamos a la orilla, cogí entre mis brazos su cuerpo aromático, pasamos desde el resplandor a la sombra densa; ella derramaba ya en mi boca aquella voluptuosidad que es, frente a vuestros besos terrenales, lo que el vino frente al agua insípida»
Imagen
«Yo te he amado, y recuérdalo: cuando estés cansado, cuando ya no puedas más, no tienes más que asomarte al mar y llamarme: yo estaré siempre allí, porque estoy en todas partes y tu sed de sueño quedará saciada.
Ann Blyth y William Powell en Mr. Peabody and the Mermaid (1948)
Ligea abandonará al joven cuando las primeras gotas tibias de finales de agosto. El humor del mar cambió, también el de la sirena. Mirando al mar, pensativa, oye…
—Tocan sus conchas, llaman a Ligea para las fiestas de la tempestad (…)
—Adiós, Sasá. No olvidarás.
El barco que llevará al viejo profesor desde Génova a Lisboa parece que da un rodeo y pasa por las costas tirrenas.
Estoy enganchada a tu blog, Maite, qué preciosidad. Soy principiante en griego. Háblanos algún día de lo que es para ti «el espíritu vivo de esta lengua». Saludos.
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Qué alegría leer tus palabras. Escríbeme si quieres sobre lo que sientes tú y yo intentaré complacerte con mucho gusto. El mail está en la portada. Muchas gracias. Un abrazo.
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Hermosa la canción, hermosa la historia de Lampedusa y hermosos tus recuerdos. Una delicia de blog
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Muchas gracias. Son elogios maravillosos.
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