SI AMANECE NOS VAMOS
«La impresión más fuerte que produce Jenofonte, al leerlo hoy, es la de estar viendo un viejo documental de guerra, como vuelven a proyectarse de vez en cuando en el cine o en la televisión. La fascinación del blanco y negro de la película un poco desvaída, con crudos contrastes de sombras y movimientos acelerados, nos asalta espontáneamente en fragmentos como éste (capítulo V del libro IV):
«Desde allí recorrieron, a través de una llanura cubierta de mucha nieve, en tres etapas, cinco parasangas. La tercera fue difícil: soplaba de frente un viento del norte que lo quemaba absolutamente todo y que helaba a los hombres […]. Los ojos estaban protegidos de la nieve, si se avanzaba con algo negro puesto delante de ellos, y los pies, moviéndose sin estar nunca quietos, y descalzándose por la noche […]. Por tanto, debido a tales penalidades, algunos soldados quedaban rezagados. Al ver un espacio negro porque había desaparecido allí la nieve, imaginaron que se había fundido. Y se había fundido a causa de una fuente que estaba cerca humeando en el valle»
Italo Calvino,“Jenofonte, Anábasis” (1978) en ¿Por qué leer los clásicos?
JENOFONTE de ATENAS consultó a su maestro SÓCRATES sobre la conveniencia de aceptar la oferta de Ciro de Persia y enrolarse en la tropa mercenaria contratada por el rey persa para acabar con su hermano Artajerjes y ocupar el trono.
El maestro filósofo le aconsejó acercarse a Delfos y consultar al oráculo. Jenofonte fue a la Pitia con la idea de ir en la cabeza, por tanto preguntó directamente a qué dioses debía ofrecer sacrificios antes del viaje, no si debía hacer el viaje o quedarse. Lo tenía claro.
Tenía un corazón aventurero, era como un corresponsal de guerra moderno, un periodista.
El fotógrafo Mario Podesta.
La prosa pura y cadenciosa de la «abeja ática», como pomposamente se le llamó, es un CUADERNO DE BITÁCORA: las notas en orden que el comandante, el guía, el capitán de la misión redacta por la noche a la luz de la vela, en la tienda del soldado o al sereno.
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Con sus palabras se hace responsable, es un testigo.
Robert Capa
Emplea el optimista título de ANÁBASIS (marcha hacia el interior de la actual Irak) para relatar la expedición mercenaria griega que ayudaba al pretendiente al trono de Persia.
Tras la batalla de CUNAXA y la muerte de Ciro, las tropas griegas sufrieron grandes daños y en su huída perdieron a sus generales. Jenofonte tuvo que hacerse con el mando de la expedición.
Según Italo Calvino, la tentación de narrar una epopeya planeaba sobre el alma ateniense de Jenofonte, pero no lo hace.
Lo suyo es un relato desde la mirada atenta al paisaje, las costumbres, la anécdota, las dificultades y el propio ingenio para salir airoso, él y los demás, de situaciones difíciles.
Su prosa austera y seca deja poco espacio a la fantasía y al romanticismo de su gran parangón, el coronel Lawrence de Arabia.
Según Calvino, se aleja de él y de otros tantos europeos que miraron con recelo a Oriente desde la «HIPOCRESÍA COLONIALISTA». Jenofonte no, Jenofonte es un ateniense sincero, seguro de que es un griego civilizado en contacto con bárbaros. Pero:
«Sabe que encabeza una horda de bandoleros en tierra extranjera, sabe que la razón no está del lado de los suyos sino del lado de los bárbaros invadidos. En sus exhortaciones a los soldados no deja de recordar las razones de los enemigos:
«Otras consideraciones habréis de tener en cuenta. Los enemigos tendrán tiempo de saquearnos y no les faltan razones para acecharnos con insidias, ya que ocupamos sus tierras…»
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En circunstancias extremas, en medio de crueldad y flojera moral, Jenofonte es consciente de que hay que estar A LA ALTURA DE LAS CIRCUNSTANCIAS.
La ÉTICA de Jenofonte es la moral más pura que se aloja en el pensamiento griego:
«En las memorias del general del siglo V el contraste se da entre la condición de plaga de langostas a la que se ve reducido el ejército de los mercenarios helénicos, y el ejercicio de las virtudes clásicas, filosófico-cívico-militares, que Jenofonte y los suyos tratan de adaptar a las circunstancias»
«En Jenofonte ya está bien delineada, con todos sus límites, la ética moderna de la perfecta eficacia técnica, del estar «a la altura de las circunstancias», del «hacer bien lo que se hace», independientemente de la valoración de la propia acción en términos de moral universal»
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El relato de Jenofonte es absolutamente cinematográfico. Aunque la tropa de los 10.000 estaba ya muy mermada por las batallas que sufrieron en todo el viaje, uno puede imaginarse la caravana que formarían.
Y de pronto
EL MAR…
Los primeros atisban el ansiado mar, y el grito vuela hacia atrás de boca en boca hasta llegar a los últimos, un clamor que se va agrandando hasta ensordecerlos.
“Pero como las voces y el ruido fuesen mayores, cuanto más se acercaban, así los gritos de los postreros que corrían como de los primeros, y cuanto más subían tanto mayores eran las voces, … llegados más cerca, oyó las voces y alaridos de sus soldados, que gritaban ¡El mar, el mar! «
Thalatta, thalatta…
JENOFONTE, Anábasis 4, 7
Hermosisimo relato para los que no conocemos a Jenofonte
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