Gracias, Alicia, por esta entrevista.
«La celebridad a veces llega tarde. Una creación colosal salida de una mente queda desapercibida no se sabe por qué triste azar. Esa obra queda bajo el sudario de la ignorancia universal. Esa obra forma parte de lo que no existe; está igualada por la sombra con la nada. Una glacial denegación de luz pesa sobre ella. […] ¿Cuándo llega la justicia? […] ¿En qué orbita y según qué ley se mueve la posteridad? La sombra es espesa, la cosa inmensa está en esa noche, puede durar siglos. […] De pronto, bruscamente estalla un chorro de luz, da en un cima […]» (1) y eso que ha estado sumido en la oscuridad se vuelve visible. Deslumbradora y cegadoramente a veces; otras, como un resplandor gentil.
El azar, que quizá es otra forma de llamar a los perfectamente calculados movimientos del destino, devolvió la luz en 1803 a un maltrecho manuscrito…
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