LOS CUERNOS DE MOISÉS
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30 de septiembre: DÍA INTERNACIONAL DE LA TRADUCCIÓN. Festividad de San Jerónimo, traductor de la Biblia y patrón de los traductores.
San Jerónimo y el león
Si esto no se haze con primor y prudencia, sabiendo igualmente las dos lenguas, y trasladando en algunas partes, no conforme a la letra, pero segun el sentido seria lo que dixo un hombre sabio y critico, que aquello era verter, tomandolo en sinificacion de derramar y echar a perder. Esto advirtio bien Horacio en su arte poetica diziendo
Nec verbum verbo curabis reddere fidus interpres.
(Tesoro de Covarrubias, s.v. TRADUCION)
Por la internet ha corrido como un reguero de pólvora la interpretación de los cuernos del Moisés de Miguel Ángel, la impresionante escultura que forma parte de la tumba de Julio II, hoy en la Iglesia de San Pietro in Vincoli de Roma. Escritores del género de la divulgación y hasta el National Geographic se han hecho eco de esto.
Se argumenta que San Jerónimo, traductor de la Biblia -la llamada Vulgata editio, la accesible para todos porque estaba en latín-, cometió un error de traducción en este versículo del Éxodo, donde la cara de Moisés quedó «cornuda»:
cumque descenderet Moses de monte Sinai tenebat duas tabulas testimonii et ignorabat quod cornuta esset facies sua ex consortio sermonis Dei.
Ex. 34, 29
La versión de la Septuaginta refería un rostro resplandeciente, y las versiones modernas de la Biblia dicen todas más o menos algo así, pues, al bajar del monte Sinaí con la Tablas de la Ley en sus manos, todos vieron que Moisés parecía henchido de luz divina.
Al parecer, San Jerónimo confundió la voz qaran, que en hebreo significa «luz», con la griega κέρας «cuerno». Esto le puede pasar a cualquiera, pero algunos dudamos de esta explicación. Era un traductor muy ducho, por lo que es más plausible que ese «rostro cornudo» se deba a una trascendencia teológica o a una iconografía que se nos escapan.
Esto lo ha defendido estupendamente la traductora María Barbero.
(Mi profesora de Historia del Arte siempre dijo que los cuernos de Moisés eran símbolo de santidad. Creo que es una interpretación muy inteligente.)
San Jerónimo trabajando en su mesa, mientras un monje le sostiene el tintero (Biblia de Worms. Harley MS 2803)
Dicen que el primer documento escrito sobre cómo debe trabajar un TRADUCTOR es una carta de San Jerónimo a su amigo Pamaquio, senador romano, posteriormente san Pamaquio : Ad Pammaquium. De optimo genere interpretandi.
En ella se defiende de las acusaciones de su antiguo amigo Rufino por una traducción errónea de una carta de San Epifanio al obispo Juan de Jerusalén, donde combatía la herejía de Orígenes. A Eusebio de Cremona, monje del monasterio de Jerónimo, le picó la curiosidad y, como no sabía griego, le pidió a Jerónimo que se la tradujese. Él aceptó, pero a condición de que la guardase a buen recaudo. Parece que, por arte de magia o por la intervención de un mago auténtico, la carta fue robada y llegó a manos de Juan y de Rufino, avivando el fuego de su enemistad. Así, el pobre traductor fue acusado de falsario y de incompetente. En su carta a Pamaquio nuestro santo justifica todo este asunto, pero al final, se detiene mucho más en el asunto de la verdadera esencia de la traducción que en la defensa de sí mismo.
La epístola contiene pasajes de mucho valor para los historiadores de la traducción y para los propios traductores, sobre todo por el tratamiento de la vieja disputa entre la traducción ad litteram (al pie de la letra) o ad sensum (por el sentido).
Dice así:
(…) Pues yo no solo confieso, sino que declaro a voz en cuello que en mi traducción de los griegos -salvo en las sagradas escrituras, en las que el orden de las palabras encierra un misterio- expreso no palabra por palabra, sino sentido por sentido (…)
(…) Incluso Horacio, hombre ingenioso y sabio, en su «Arte poética» recomienda esto mismo al traductor experto: Como intérprete fiel no tratarás de traducir palabra por palabra.
Terencio tradujo a Menandro, y Plauto y Cecilio a los comediógrafos antiguos: ¿acaso se pegaron a las palabras, o atendieron más a la belleza y a la elegancia de la traducción? Lo que vosotros llamáis fidelidad en la traducción, los eruditos lo llaman κακοζηλία (mal gusto).
(…) Para quien sigue líneas ajenas no es difícil salirse de ellas en algún momento, y lo que en otra lengua está bien dicho, es difícil que conserve la misma belleza en su traducción. Una sola palabra puede expresar una idea completa, pero yo no tengo algo que se le acomode, y, cuando quiero dar sentido a la frase, avanzo solo un poco dando un largo rodeo. Influyen también los recovecos del hipérbaton, las diferencias de los casos, la variedad de las figuras, en suma, lo que es propio de una lengua, su genio vernáculo, por así decirlo. Si traduzco al pie de la letra, suena absurdo; si por necesidad cambio el orden de palabras, parecerá que me salgo de mi labor de intérprete (…)
(…) La traducción literal de una lengua a otra tapa el sentido igual que la hierba exuberante ahoga el sembrado (…)
(…) ¡Cuántas cosas hay que los griegos dicen correctamente y que, si nosotros las traducimos literalmente, no suenan bien en latín! Y al revés, ¡cuántas cosas hay que a nosotros nos gustan, y, si se traducen en el mismo orden, a ellos les suenan mal! (…)
(…) pues errar es humano, y de sabios confesar el error (…)
Traducción Maite Jiménez, 30 de septiembre de 2020.
Edición: Cartas de San Jerónimo (BAC, Madrid 1962)
Interesantísimo, como siempre.
Besos y abrazo, Maite.
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Gracias, querida. Un besazo.
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Assolutamente avvicente e delizioso, come al solito. Grazie Maite. Ottimo proseguimento. Un abbraccio.
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Grazie a te, cara. Un abbraccio.
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