VALERIO, EL ROMANO REDIVIVO (4)

(…) Sin embargo, el lenguaje humano verdaderamente fracasa en su intento de describir el tremendo cambio acontecido en el mundo a causa del lento devenir de tantas épocas, pero a mí pudo revelárseme como la obra de unos pocos días debido a mi singular situación.

No soy capaz de recordar la agonía de aquellos momentos sin ponerme a temblar.

No era una retahíla de pensamientos amargos; no era la desesperación que me reconcomía los nervios sin síntomas externos que me delatasen; no era la primera punzada de dolor por la pérdida de lo que amamos.

Fue un devastador incendio que envuelve los bosques y las ciudades con sus llamas. Fue una tremenda avalancha que se lleva por delante árboles y piedras y que cambia el curso de los ríos. Fue un terremoto que sacude el mar, derriba montañas y amenaza con mostrar a los ojos de los hombres los misterios del interior de la tierra.

¡Oh! ¡Fue más que todo eso! ¡Más de lo que las palabras pueden expresar, más de lo que las imágenes pueden ilustrar!

Turner, La mañana después del Diluvio.

El extranjero interrumpió su relato, y reinó un largo silencio. Sus ojos estaban fijos en las aguas muertas que había frente a él, y su compañero lo contemplaba maravillado y emocionado.

Una ligera brisa pasó sobre el mar y lo agitó. Su susurro se oyó entre los árboles. Esta pequeñísima alteración despertó al romano de su ensoñación y continuó:

Tuner, Costa de Nápoles (ca. 1828)

Ha pasado un año desde que me planté por primera vez dentro del Coliseo. La maleza oscura parecía más negra a la luz de la luna, y los arcos caídos se alzaban bellísimos en aquella quietud. El aire estaba callado. Era plena noche y no me llegaba ningún sonido de la ciudad. Aunque, poco a poco la luna se ocultó y el día comenzó a despuntar. Los ruidos de la vida humana empezaron a oírse, y mis propios pensamientos, que durante la noche habían conversado solo con los recuerdos, ahora regresaron a la mezquina y cruda realidad.

Giovanni Paolo Pannini

Analicé mi situación actual, ya que quería hacer planes para mi vida futura.

Me desagradaba muchísimo mi acompañante el cura. Durante mi breve estancia desde que volví a este mundo, desarrollé una enorme animadversión hacia esta clase de hombres a la que él pertenecía.

Me desagradaba la superstición católica y no quería tener ningún trato con sus ministros y siervos. Las joyas y el dinero que yo tenía bastaban para mi sustento, y deseaba liberarme de la sumisión en la que su presencia parecía tenerme.

A pesar de hallarme en mi Roma natal, era para mí una ciudad extraña de costumbres desconocidas. A duras penas entendía su idioma, y los recuerdos de mi vida pasada solo me hacían caer en ridículos errores.

Fue entonces cuando intervino una especie de divinidad que envió a mi espíritu protector a cuidar de mí y me rescató de mis aprietos.

Turner, Ángel en el sol.

Cuando a la mañana siguiente el viejo cura descubrió que yo había desaparecido, mandó al guía que me había acompañado la noche anterior a por mí para traerme de vuelta y comenzó una ronda de visitas para dar a conocer la “curiosidad” que tenía a su cuidado.

Entre otros, visitó a Lord Harley, que llevaba mucho tiempo viviendo en Roma y del que era un viejo conocido. Usted conoce a Lord Harley y a su familia, por tanto no necesito describírselos. Como conoce su carácter, puede fácilmente imaginarse el interés y la curiosidad que el relato del cura despertó en su joven esposa.

Lady Harley pidió su carruaje y, llevándose al cura con ella, corrió a su hotel para poder verme. Yo no había regresado y el guía que había ido a buscarme le dijo que yo me negaba a abandonar el Coliseo, de modo que, dejando en el hotel al sacerdote y acompañada solo por su hijito, vino a mi refugio.

Yo estaba sentado bajo los arcos en ruinas del lado sur cuando la vi acercarse llevando al niño de la mano. Se sentó a mi lado, y después de unos pocos segundos, me habló en italiano:

Perdóneme si lo molesto. Acabo de ver al padre Giuseppe y sé quién es usted. No es feliz y ha sido arrojado a nuestro mundo sin amigos y sin conocidos. ¿Me permitirá que le ofrezca mi amistad?

Estaba confuso por aquellas palabras que me dirigía una hermosa joven completamente desconocida para mí, y pasó un rato antes de que pudiera contestar a un ofrecimiento tan gentil, aunque muy inusual.

Considéreme, se lo ruego, una vieja conocida, no una italiana moderna, que no lo soy, por cierto, sino como una de tantas extranjeras a las que su vieja ciudad ha cautivado. Vengo de un país lejano y, por tanto, desconozco su idioma y sus leyes. Usted tendrá que enseñarme todo lo que fue grande y valioso en su época, y yo, a cambio, le enseñaré los usos y costumbres de la nuestra.

Así me habló, y con sus dulces sonrisas y su suave elocuencia me conquistó para que confiara por completo en ella.

Me considerará su hija– dijo -, si es que una chica escocesa puede aspirar a tal honor. Vengo de la Ultima Thule, descubierta por César, pero desconocida en su época. Me casé con un inglés, un buen partido, mayor que yo, pero que disfruta cultivando mi mente. Venga conmigo a nuestra casa. Será muy bien recibido y respetado, y nosotros intentaremos aliviar los dolores que le han infligido las ruinas de su patria.

La seguí a su casa y desde aquel día comenzó una amistad que representa la única esperanza y el único placer de mi vida.

J.D. Odevaere

Si a mi regreso a la tierra mis afectos no hubieran sido despertados, no habría vivido mucho tiempo. Pero Isabel calmó mi desesperación y ha curado con cariño angelical todas las heridas de mi corazón.

No puedo decirle cuánto la amo, cuán amado es para mí el sonido de su voz. Cicerón no amó a su Tulia tanto como yo amo a esta divina criatura. No podría imaginar ni siquiera la cuarta parte de sus virtudes y de su sabiduría. Es tan sincera y a la vez tan tierna, que ha conquistado mi alma y la ha ligado a la suya de un modo que nunca en mi vida había experimentado.

Ella es patria, amigos, todo, todo lo que perdí ella lo es para mí.

CONTINUARÁ...

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Acerca de Maite Jiménez Pérez

Catedrática de Latín de Secundaria. Traductora en Rinoceronte editora, Ediciones Siruela, Aira Editorial. LAT-GR-ESP-GAL-IT-EN-DEU
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