SIEMPRE SUPE QUE ERA MORTAL
Cicero
7 de diciembre del 43 a.C. MUERTE DE CICERÓN
Stefan ZWEIG, Momentos estelares de la humanidad. Catorce miniaturas históricas. (Acantilado, 2013)
Julio César acaba de infringir la ley de la República cruzando con sus legiones galas el Rubicón al grito de ALEA IACTA EST, la suerte está echada.
Una vez más se repite la situación: las togas han cedido a las armas, un estado de ilegalidad que pronto se legitima.
Adolphe Yvon
César se convierte en dictador. Cicerón se había enfrentado a él políticamente, pero el general se muestra magnánimo y le sugiere que se retire de la escena política.
L´Arringatore (Museo Arqueológico Florencia)
Apartado de la RES PUBLICA, Marco Tulio Cicéron, el orador, el político, el historiador, el hombre de Estado, el condecorado como pater patriae por sus conciudadanos, se retira a la esfera del OTIUM, al espacio íntimo de la RES PRIVATA.
Lejos de la vorágine del foro y del Senado, la orden de César resulta una bendición para un intelectual y escritor brillante, le permite girar la mirada hacia sí mismo, y lo hace en una de sus villas de recreo, la de Tusculum, en uno de los paisajes más hermosos de Italia.
Cicerón, Studiolo di Federico da Montefeltro (Gallerie delle Marche-Urbino)
Lejos del mundanal ruido romano, recibe las visitas de sus amigos, se refugia en su biblioteca y se entrega a la vida familiar.
Dueño de su tiempo libre, de su otium, produce sus indispensables obras teóricas sobre el arte de la oratoria, cartas y tratados de filosofía.
Imagen
La desgracia de la muerte de su hija Tulia le impulsa a escribir un texto que todavía hoy es capaz de consolar a quien haya pasado por esa tragedia.
Cicerón se ha convertido en filósofo, ciudadano de la república de las ideas.
Cicerón, Epistulae ad familiares (Venecia, 1547. Hyeronimus Scotus ed.)
Con la noticia del asesinato de César corre a Roma para salvar de nuevo la República. Pero la situación de los Idus de Marzo del 44 a.C. no es la misma que le dio la gloria en el 63 a.C. cuando desbarató la conjura de Catilina.
Cesare Maccari
Según Stefan Zweig, este momento estelar de Cicerón fue una OPORTUNIDAD PERDIDA. Quizás le faltó intrepidez, valentía, y le sobró clarividencia.
Para un humanista, la violencia, la venganza y la lucha política sucia resultan PARALIZANTES.
Nadie sirve ya a la IDEA DE LA LIBERTAD, porque la contaminación de las instituciones, de los políticos, de la vida pública es tal, que solo hay hedor.
Todos buscan enriquecerse y absorber poder.
Franciabigio, Ritorno di Cicerone dall’esilio, sala di Leone X, Villa Medicea Ambra, Poggio a Caiano.
Cicerón se retira entonces a otra de sus villas, la de Pozzuoli, en Nápoles. Nuevamente el tiempo para escribir le permite plasmar su testamento político y moral en De officiis, dedicada a su hijo y también su última obra, el retrato de un hombre libre y de sus obligaciones morales personales y públicas. Sin vida pública tiene tiempo para la reflexión.
No se puede servir a la República que está cautiva en las manos de un solo hombre.
Mientras Cicerón desarrolla la idea humanista y humanitarista de la colaboración entre los hombres, denuncia los abusos de poder, insiste sobre este pensamiento simplísimo e inocente, que pese a su candidez y bondad no ha dejado de ser cierto:
Nadie que ejerza un cargo público puede anteponer sus intereses privados a los de la comunidad.
De pronto la REPÚBLICA ROMANA se encuentra en manos de tres hombres, tres pequeños césares, el TRIUNVIRATO: Octavio, Lépido y Antonio.
Igual que sucede hoy día, los tres pretenden ganarse al hombre de espíritu, al humanista. Ningún político quiere quedarse sin el sustento ideológico del pensador, del intelectual, del escritor: da mucho caché.
Antoine Caron, Las masacres del triunvirato
Entre tratados de filosofía y cartas a familiares, en el solaz de su villa, Cicerón oye cantos de sirenas, pero no les presta atención. No atiende a Bruto y Casio, tampoco a Octavio, y menos a Antonio.
Consciente de que su carrera política ha acabado y también su curso literario, lanza su rayo contra los enemigos de la república.
Marlon Brando como Marco Antonio.
Joseph L. Mankiewicz (1953), Julio César.
El hombre de cabellos grises regresa a Roma para instar al pueblo romano a que defienda las MOS VIRTUSQUE MAIORUM, las costumbres y el honor de los antepasados, la esencia de la REPÚBLICA.
Subido a los ROSTRA, la tribuna de oradores donde tantas veces actuó, manifiesta la necesidad de apoyar a Octavio.
Rostra (Foro Romano. Foto Maite Jiménez)
Con sus Filípicas contra Marco Antonio Cicerón firma su sentencia de muerte. Es la única proscripción que firman los triunviros. Octavio guarda silencio, no lo defiende. Quien calla, otorga.
También será la sentencia de muerte para la REPÚBLICA ROMANA.
Museos Capitolinos (Roma)
A pesar de que tuvo oportunidad de huir, CICERÓN se entregó a sus asesinos con ánimo digno:
NON IGNORAVI ME MORTALEM GENUISSE
(siempre he sabido que era mortal)
Matthäus Merian
Un espectáculo bochornoso cubrirá de ignominia ese amanecer en el Foro. En los ROSTRA se expondrán la cabeza y las manos de Cicerón, el último defensor de la libertad.
Nadie se atrevió a pronunciar una sola réplica.
La libertad también había sido despedazada.
Pero, oh Africano, para que puedas ser el más entregado al bienestar de la república, escucha bien: para todos los que han guardado, animado y ayudado a su patria, hay asignado un lugar particular en el cielo, en donde los bendecidos gozarán de vida permanente. Pues nada sobre la tierra es más aceptable a la deidad suprema que reina sobre todo el universo, que las uniones y combinaciones de hombres unidos bajo la ley a las que llamamos estados; por tanto los gobernantes y conservadores proceden de ese lugar y a él retornan después.
(Cicerón, El sueño de Escipión. Sobre la República, Biblioteca Clásica Gredos, Ed. Planeta-deAgostini, Barcelona, pp. 158-171. Traducción, Alvaro D´Ors)
W.A. MOZART, Il sogno di Scipione K.126
ARIA DE LA FORTUNA
Ligera soy como el viento.
Tengo diferentes caras y el pie fugaz.
En un momento me enfado
y me vuelvo a serenar.
Primero me seduce
sublevar a las masas oprimidas
y después me divierte aterrar a las mismas masas
que he ayudado a sublevarse.
Foto Javier Rodríguez
Reblogueó esto en Dpto. de Latín del I.E.S. Ateguay comentado:
NON IGNORAVI ME MORTALEM GENUISSE
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¡Qué poco hemos avanzado, después de dos mil años, en cuanto al bien de la cosa pública!
Magnífico lo escrito. 😃
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Gracias, pero el mérito es de Zweig. Un abrazo, Juan
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Nos cae bien Cicerón, a pesar de hacernos sufrir en 3º de BUP, su fin lo redime, al orados y cónsul de la República, pero también hay que recordar que era timorato y algo veleta en sus posturas políticas. Al final, no pudo transigir.
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