BRISEIDA DE HERMOSAS MEJILLAS
Pedro Almodóvar, Julieta (2016)
Puesto que Febo Apolo me quita a Criseida, la mandaré en mi nave con mis amigos; y encaminándome yo mismo a tu tienda, me llevaré a Briseida, la de hermosas mejillas, tu recompensa, para que sepas cuanto más poderoso soy y otro tema decir que es mi igual y compararse conmigo.
(Homero, Ilíada I, 182 ss)
BRISEIDA, de hermosas mejillas, sustituyó a otra esclava, CRISEIDA, en el lecho de Agamenón.
Jean Baptiste Deshays, Briseida sacada de la tienda de Aquiles
El padre de Criseida, Crises, sacerdote de Apolo, imploró al dios que castigara a los ejércitos griegos. Apolo mandó la peste. La solución a la enfermedad pasaba por devolver a Criseida a su padre.
Como compensación, Agamenón se hizo con la esclava de Aquiles, BRISEIDA.
La cólera de Aquiles se desata en este momento. Es el comienzo del relato de Homero.
Briseida besada por Agamenón
La última película de Pedro Almodóvar debe su guión a tres magistrales relatos de la Premio Nobel canadiense Alice Munro titulados Destino, Pronto y Silencio, los tres dentro del libro Escapada.
N. B. Para los que quieran leer esta obra, recomiendo que no acudan a la edición de RBA, sino a esta que señalo. Hay unas diferencias abismales en la traducción. No digo más.
Alice Munro narra como solo los grandes lo hacen, dejando al lector con la poderosa convicción de que detrás de las vidas aparentemente normales de todos, existen historias fascinantes que merecen ser contadas. Esto no es baladí. La aproximación sucede desde la distancia más discreta, desde los ojos tiernos y serenos de alguien que sabe lo que conmueve a la gente. Rascando en el relato, se atisban referencias mucho más profundas, enriquecedoras, atesoradas con cuidado, sin estridencias, sin petulancias.
Es el caso de Juliet, o la Julieta de Almodóvar. Los tres relatos bien podrían ser una novela.
Algunos han querido ver como fuente de inspiración para el personaje de Juliet, a la deslumbrante helenista Anne Carson, a la que Munro admira y que merece una entrada aparte.
En Destino, Juliet, profesora de lenguas clásicas, conoce a un hombre en un tren. Eric será su gran amor, y el padre de su hija. Un suceso trágico que se produce esa misma noche marcará de alguna manera su vida. La culpa condiciona la vida de Juliet.
En Pronto, Juliet regresa con su hijita Penélope al hogar familiar. La búsqueda de la conciliación y el deseo de destapar el pasado presiden el texto.
Silencio es un relato amargo y doloroso de la madre que deja de oír a su hija atrapada en una secta religiosa, una pérdida sin fin, la desconexión.
Julieta y Xan (Juliet y Eric en Destino)
«Y, cuando se las ha arreglado para relegar a Ailo-sin sacarla de la cocina sino ocultándola, por ejemplo, detrás de la nevera antigua-, a Juliet se le atraviesa Christa. Eric tiene una mujer. Claro que la tiene. Ve a una Ailo más joven y seductora. Caderas anchas, brazos fuertes, pelo largo completamnete rubio sin mechones grises, pechos que se menean descaradamente bajo la camisa suelta. La misma agresiva falta de elegancia. Pero sensual. La misma manera de saborear y masticar las palabras, para luego lanzarlas».
Julieta y Marian (Juliet y Ailo en Destino)
Acuden a su mente otras dos mujeres, Briseida y Criseida. Las dos compañeras de juego de Aquiles y Agamenón. Las dos retratadas como «las de las fascinantes mejillas».Cuando el profesor leyó esa palabra (que no puede recordar), Juliet se ruborizó y él pareció sofocar una sonrisa. En aquel momento Juliet lo despreció.
De manera que si Christa resulta ser una versión más ordinaria y nórdica que Briseida y Criseida, ¿será Juliet capaz de despreciar también a Eric? «(…)
«Kalipareón. De las encantadoras mejillas». En ese momento se acuerda. La palabra homérica centellea en su libro. Y más allá de eso de pronto es consciente de todo su vocabulario griego, de todo lo que parece haber sido metido en un armario desde hace casi seis meses. Porque ya no enseñaba griego. Lo había dejado de lado».
Alice Munro, Destino
Ava y Julieta (en Destino, Christa y Juliet)
Se me fue el color de mi cuerpo: lo que tengo de vida solo lo mantiene la esperanza de tenerte.
(Ovidio, Heroidas III, Carta de Briseida a Aquiles)
El rey ha hecho sonar tambores
para ver a todas sus damas
y la primera que ha visto
le ha alegrado su alma.
– Marqués, dime, ¿la conoces tú?
¿Quién es esta bonita dama?
El marqués le ha respondido:
– Sire, es mi mujer.
– Marqués, tu eres más feliz que yo
de tener mujer tan bella.
Si tu quisieras dejármela,
yo me encargaría de ella.
– Sire, si no fuérais el Rey
yo tomaría venganza,
pero puesto que vos sois el Rey,
os obedeceré.
– Marqués no te enojes entonces,
tú tendrás tu recompensa:
yo te haré en mis ejércitos
bello mariscal de Francia.
– ¡Adiós mi amor, adiós mi corazón,
adiós mi esperanza!
Puesto que tenemos que servir al Rey,
habremos de separarnos.
El Rey la ha tomado de la mano,
la ha llevado a su cuarto.
La bella marquesa subiendo los escalones
ha querido defenderse.
– Marquesa, no lloréis tanto,
yo os haré Princesa.
De todo mi oro y mi plata,
vos seréis la señora.
-Guardad vuestro oro y vuestra plata,
no pertenecen sino a la Reina.
Yo preferiría mi dulce marqués
que todas vuestras riquezas.
La Reina ha hecho hacer un ramito
de bellas flores de lis,
y el aroma de este ramito
ha hecho morir a Marquesa.
El Rey ha hecho hacer una tumba
toda en hierros de Venecia.
Sobre su tumba puso una inscripción
“Adiós bella Marquesa”
Me han entrado muchas ganas de leer esos relatos de la gran Munro. Vi la película y me gustó pero ahora me apetece leer los relatos. Buscaré la edición que recomiendas.
Qué precioso texto nos has regalado, Maite. Gracias!
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