TÚ SERÁS MARCELO

       Comienzan los fastos del BIMILENARIO DE OCTAVIO AUGUSTO. En las Scuderie del Quirinale en Roma se exhibe una muestra completísima en honor al primer césar, nacido bajo el signo de Capricornio y muerto en el 14 d.C.

      La muestra romana es un despliegue blanquísimo centrado en el RETRATO. Augusto resplandece en imágenes: joven, con coraza guerrera, cubierta la cabeza para el sacrificio, atleta, humano y divino.

      Junto a él, su familia, sus hombres más cercanos y la ESPERANZA EN EL SUCESOR que habrá de continuar con la renovación, con la paz, con la NUEVA ROMA.

      Entre los RETRATOS IMPERIALES está también Marco Claudio MARCELO, la auténtica esperanza de Augusto.

     Este es el apuesto MARCELO, joven promesa de Roma: peinado a la moda del princeps, con ese tupé tan octaviano, semblante un poco melancólico, labios gruesos y seductores, tierno pero determinado. La musculatura de su cuello ligeramente tensionada habla de su carácter. Es Alejandro, con los ojos decididos a mirar al horizonte más esperanzador.

      Marcelo entró en la carrera política mucho antes de que su edad se lo permitiese. El emperador estaba ilusionado con el muchacho.

     Se lo llevó a la campaña cántabra para curtirlo en el combate. Ocupaba la diestra del emperador en los actos públicos. Los romanos sabían mucho de ritos y de puesta en escena. Entendían lo que aquello significaba. El príncipe no tenía descendencia, pero alguien de su sangre le sucedería. Roma estaba a salvo.

    Marcelo es un atleta diadúmenos en este «mecano»: una estatua griega con una cabeza romana. Un retrato futurista, el final de su juventud y el instante del inicio de la madurez. Está preparado para gobernar. Ya se ha casado con Julia, la hija de Octavio. La progenie será también divina.

     Pero la enfermedad sorprendió a Marcelo mientras corría hacia la gloria y murió en el 23 a.C. antes de cumplir los veinte años.

     El luto envolvió a la familia imperial. Pronto Augusto trasladó sus esperanzas a Agripa, un nuevo marido para Julia.

      VIRGILIO no se olvidó de él. Eneas en su CATÁBASIS comprende gracias al padre Anquises cómo las ALMAS de los ROMANOS ILUSTRES retornarán en nuevos cuerpos para consolidar la GRANDEZA DE ROMA.

   J-A. Dominique INGRES pintó tres cuadros que describen el momento en que Virgilio recita su Eneida ante Augusto, su familia y amigos.

Los versos son emocionantes:

¡Pobre muchacho, ay! Si puedes quebrar un áspero sino,

tú serás Marcelo. Dadme lirios a manos llenas,

que he de cubrirlo de flores de púrpura y colmar el alma

de mi nieto al menos con estos presentes, y cumplir una huera

ofrenda.»

   Musées royaux des Beaux-Arts de Belgique

Entonces su madre OCTAVIA se desvanece en el regazo de AUGUSTO. No pudo resistirlo.El princeps la mira condescendiente, sereno, porque ya tiene otro sucesor in mente. En cambio la intrigante LIVIA no cejará en su empeño de alzar a su hijo TIBERIO. Por eso su aspecto es FRÍO. Está disimulando. Siempre planearon sobre la familia imperial las sospechas de que Marcelo encontró la muerte por obra de la emperatriz. Fue una cruel madrastra.

 Musée Toulouse, Augustins

     Marcelo se ha desvanecido para siempre. No obstante, la arquitectura imperial no se olvidó de él. Hoy, el viajero que se sube al Capitolio puede contemplar su TEATRO, encastrado en las casas, elegante y clásico no ha podido ser una RUÍNA nunca.

    Allí se celebraron los JUEGOS SECULARES del año 17 a.C. cantados por HORACIO.

Teatro de Marcelo-Roma (Foto Maite Jiménez, diciembre 2013)

Marcelo ya no estaba. Era el comienzo de una nueva era

Ara Pacis Augustae (Roma)