LA LLUVIA ENFRIABA EL ALMA DE ADRIANO
Antínoo de Villa Adriana (Tívoli)
La lluvia, afuera, enfriaba el alma de Adriano.
El joven yacía muerto,
en el bajo lecho y sobre su total desnudez,
se vertía la opaca luz del eclipse de la muerte,
ante los ojos de Adriano, cuyo dolor era miedo.
(Fernando Pessoa, Antinous)
La tierra excavada por las misiones arqueológicas descubridoras de Grecia en el siglo XIX presentó al mundo entero los mármoles del dios Antínoo.
Cubierto con un manto, acompaña al frío Hades en los misterios de Prosérpina en el Inframundo en la tierra sagrada de Eleusis. Ella aún lleva pepitas de granada en sus labios.
Eleusis (1830) fotografía del arqueólogo François Lenormant
Igual que Apolo surge del solar de Delfos ante la mirada atónita de sus descubridores, emocionados al ver resucitar al muchacho amado por Adriano.
«Il semble, tant la chair est souple, que´elle vive et palpite, et la poitrine vigoureuse semble gonflée d´un souffle sain et puissant. Les jambes sont fines et d´un galbe charmant»
(Théophile Hommolle, Delfos 1894)
Llueve en la Villa de Adriano en el Tívoli. El invierno no quiere llegar, y los árboles sostienen hojas verdes y marrones otoñales.
Fotos Javier Rodríguez (Villa Adriana, Tívoli, diciembre 2013)
En el regreso de Menelao y Helena desde Troya, CANOPO, el piloto de la nave real, cayó al mar en Alejandría. En su honor el fastuoso recinto de Osiris lleva su nombre.
Antínoo fue amado por Adriano. El emperador sufrió pena infinita cuando el muchacho se ahogó en el Nilo.
Puede que se suicidara, o quizás en su ignorancia y en su candor, confiaba en que las sagradas aguas de Egipto le concedieran la inmortalidad.
Antínoo de Delfos
ANTÍNOO fue un dios real. Su escandalosa belleza permitió un RETRATO DIVINO, tras el que está un adolescente de carne y hueso. No hizo falta idealizarlo para divinizarlo.
Los mármoles de Antínoo pueblan todo el Imperio. Sus cabellos color miel llenos de bucles y su semblante melancólico confeccionaron una FOTOGRAFÍA que se repite en cada estatua.
Antínoo de Villa Rivaldi (Centrale Montemartini-Roma)
En Villa Adriana el emperador banquetea en su STIBADIA recubierta de guirnaldas, mientras admira su CANOPO.
El CANOPO del Tívoli recuerda al de Alejandría. Los cocodrilos se desperezan en el Nilo romano inventado por el emperador.
Se alinean en su orilla unas muchachas que portan cestos de flores en sus cabezas. Son las hermanas de aquellas mujeres de Caria que están en Atenas.
Antínoo acompañó a Adriano en su VIAJE IMPERIAL. Seguro que admiraron a las hermosas cariátides, y el muchacho sugirió al emperador que estarían esplendorosas en el Tívoli.
Cuando ANTÍNOO murió, el agua y la lluvia se instalaron en Villa Adriana y en el corazón de su poderoso amante.
En presencia del cadáver del muchacho, Adriano recorre con sus manos el cuerpo muerto.
Ha sido una forma de amar que el mundo aborrecerá.
Los hombres verán más con los ojos que con el alma.
Es necesario convertir a Antínoo en mármol, porque el tiempo no se atreverá a devorarlo.
The British Museum
El tenerte es algo de la esencia de los dioses
y al mirarte se ve lo mejor de la eternidad
(Pessoa)
Antínoo vive en el mármol pero también en la bóveda celeste, donde Adriano quiso colocarlo, entre el águila de Ganímedes, el delfín de Apolo y las flechas de Eros.
Mapa Celeste de Johannes Hevelius (1687)
Cuando el amor conoce la muerte no sabemos qué sentir
Cuando la muerte frustra el amor no sabemos qué saber
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Bellísimo.
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Muchas gracias por sumergirte
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Voy a reblogearlo, con tu permiso, a mi blog «animasmundi», para mis lectores.
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Agradecida. Un saludo
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Reblogueó esto en Animasmundi.
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En la foto de Delfos (no la conocía), qué contraste entre la delicadeza del mármol, recién sacado de la tierra, y el barro circundante, las manos (que imagino destrozaditas) de esos obreros griegos que trabajarían «a jornal». Todo lo que tiene que ver con esta historia de Antinoo me conmueve. Ser arqueólogo hacia 1850 debía de ser apasionante…bss
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