INTERFAZ
Nuestra dama quiso recordar a la luna, a Selene o a Diana, símbolo de fertilidad, de vida. Las perlas y gargantillas a juego adornan con elegancia a una mujer. También el oro es importante. Es un RETRATO DE AL-FAYUM, en Egipto. Es una mujer romana, pero también egipcia. El calor y el desierto conservaron estas pinturas funerarias, una INTERFAZ de la Antigüedad.
INTERFAZ, superficie de contacto, prótesis, extensión de uno mismo, relación con otros.
La interface está presente en nuestra vida digital cotidiana. Imaginamos que debajo de la superficie que tocamos hay algo más.
Nos gusta esta interfaz de este videojuego, de ese correo electrónico o de aquella red social. Accesible o menos accesible, con bonitos colores, demasiado abigarrada, complicada.
En cualquier caso nos habla. Tiene un corazón
Iron Man
En mi FACEBOOK se aloja mi vida. Mis amigos en red podrán bucear y ver a través de la interfaz para averiguar qué he hecho en estos años. Mis ESTADOS están registrados, los LUGARES donde he estado también. Además, puedo RECORDAR a través de sus álbumes de fotos, incluso aquellas instantáneas que subí aquel día con el móvil.
A veces te hacen un vídeo a medida con los highlights de tu existencia digital.
TWITTER me ofrece la posibilidad de recordar cuál fue mi primer TUIT, aquello que escribí en el comienzo de mi relación con mis seguidores.
Esta dama egipcia seguro que hablaba latín o griego en su vida cotidiana. Su INTERFAZ es lujosa. Su mirada nos llama desde el más allá. Se ha vestido para la ocasión, para que la ocasión perdure en el tiempo. Está callada.
Quiere ser singular, única. Mira desde donde quiera que esté y pretende que imaginemos que en su MOMIA se esconden muchos secretos.
Una tabla pintada al encausto o al temple tapa el lugar donde estaban sus rostros.
Sus cuerpos están envueltos en vendas. Nos muestran solo sus retratos, sus FOTOS DE CARNÉ, su AVATAR. Así quieren que los recordemos, con sus mejores galas, mirando a la cámara del fotógrafo.
Otras momias más egipcias tienen rasgos dorados, quisieron congelarse para la eternidad. Así las vería Osiris cuando las llevara en su barca hacia la inmortalidad. Nos dan la espalda. Se han ido para siempre. Queda el hieratismo y la policromía de los sarcófagos. Dentro, cuerpos que desmenuzan y analizan los arqueólogos.
Los retratos de Al-Fayum no desean tanta trascendencia, prefieren seguir comunicándose con los vivos. Por eso miran de frente.
No son MÁSCARAS FUNERARIAS, no son dobles idealizados, maquillados, artificiales, en su mejor momento.
Son ellos de verdad con sus grandes ojos negros.
Pocos nombres identifican a las momias romanas de Al-Fayum. No parece, no obstante, que hayan querido el anonimato total. Para eso encargaron su retrato.
Los seres queridos lo verían en el momento de la muerte, a continuación los embalsamadores procederían a higienizar y perfumar el cadáver.
El artista ya tenía la tabla preparada. La colocaría sobre el hueco de la momia. Solo el rostro y el inicio del busto. La cara es lo que importa, y la mirada. Todo lo demás, es mortal, se consumirá en las arenas del desierto.
Algunas momias están serenas, otras reflejan inquietud y un poco de miedo en sus ojos.
Esta muchacha tan joven, seguro que fue pintada de memoria, a todo correr. La vida se esfumó en un suspiro. No contaban con la muerte de esta chica. Por eso, el artista, recreó el instante antes de su partida definitiva.
Más de mil retratos de hombres y mujeres egipto-romanos, serenos, bronceados, enjoyados, con barba, iconos del más allá fueron descubiertos en Al-Fayum de Egipto.
Quizá este retrato colgara en sus casas esperando a la muerte. Muchas sesiones habían pasado con el artista, posando, hasta que el pintor lograra captar la MELANCOLÍA de sus ojos negros .Algunos incluso han sonreído para la foto, solo un poco.
Es su FOTO DE PERFIL, la INTERFAZ de toda una vida.
La costumbre egipcia de las MOMIAS les ha dado la oportunidad de perpetuarse en el tiempo.
En Pompeya prefirieron el FRESCO. Los cuerpos de Terencio Neo y su esposa no están envueltos en vendas. Su retrato adorna el salón de su casa. Ellos necesitaron dar más datos al pintor. Insistieron en que los retratara con los signos de su vida, la de todos los días.
Los habitantes de Al-Fayum, en cambio, se adornaron con sus mejores galas, coronas de oro y túnicas de domingo.
Dirían a sus huéspedes: este será el retrato de mi tumba, la tapa de mi momia.
Os miraré desde donde esté, para que me recordéis siempre así, con una copa de vino y una corona de pétalos de rosa.
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Excelente entrada.
Un fuerte abrazo y feliz semana. 🙂
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Muchas gracias. Lo mismo para ti. Bs
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