SI LOS DELFINES MUEREN DE AMORES

Herbert LIST Roman Profile, near Ostia Antica, Atium, Italy, 1949

    Una nave mercante bordea el faro encendido de OSTIA, en la desembocadura del Tiber. Trae mercancías de Oriente, de Egipto, Grecia y Tunicia. La acompañan DELFINES.

     El mar ha entrado en el río Tíber trayendo aromas oceánicos. Por eso, las casas, los baños y las termas de los ricos mercaderes gustan de revestirse de un PAVIMENTO MARINO, lleno de los monstruos de Poseidón.

Foto Javier Rodríguez, diciembre 2013

     Los DELFINES contienen en su nombre el claustro materno. Por eso los ADELPHOI, los hermanos, son aquellos que comparten el útero.

     Son criaturas juguetonas y amigables, que procuran el contacto con los hombres. En el nombre de DELFOS está el OMPHALOS, el ombligo del mundo, coronado por Apolo sanador y citaredo.

     Los DELFINES son el símbolo del amor y de la fidelidad. Se aproximan a la playa de Ostia, y al sacar su hocico para respirar, contemplan a los jóvenes jugando.

Se enamoran y por las penas del amor se condenan a muerte varándose en la arena.

Foto Maite Jiménez, diciembre 2013

      Un muchacho nada en las teselas del mosaico de una rica casa patricia. El mar está calmo. Le acompañan los peces de Neptuno.

     Plinio cuenta que se ha visto a jóvenes cabalgando a lomos de delfines, y que el nombre para estas criaturas es SIMÓN, en recuerdo de aquel muchacho al que un delfín hizo internarse en las olas del mar, por amor.

    Los delfines también son salvadores de seres humanos. Por eso es  verosímil la historia de ARIÓN DE LESBOS, aquel poeta protegido por Periandro de Corinto, según contó Heródoto.

Durero

     Arión quería ver el mundo y se embarcó en un mercante hacia puertos occidentales, hacia Italia. Era un fantástico músico. Después de haber ganado fortuna, decidió volver a casa. Tenía fe en los marinos griegos y un barco corintio le llevaría a casa. La codicia de los navegantes les movió a tramar la muerte de Arión. Acordaron arrojarlo por la borda y apoderarse de sus riquezas. Arión les convenció de que le dejaran cantar antes de morir. Subió al puente con sus mejores galas y entonó el NOMO ORTIO en honor de Apolo.

    Un DELFÍN de Apolo salvó a Arión del oleaje

Johannes Oporinus

     Desembarcó en Corinto y narró su historia. Periandro al principio no le creyó, pero, cuando contrastó la historia al regreso del navío corintio, descubrió la culpabilidad de los marineros, quienes habían mentido sobre Arión, diciéndole que se había quedado en Tarento.

Si los delfines mueren de amores,

triste de mí,

¿qué harán los hombres

que tienen tiernos los corazones?

Desde que me vi la mar afuera,

alcé mis ojos,

miré a mi tierra,

pensando no volver más a ella.

Mis penas son como ondas del mar,

que unas se vienen y otras se van:

de día y de noche guerra me dan.